Con el 138% de inflación interanual -en setiembre se registró un incremento de 12%- el dólar oficial equivalente a 1000 pesos, -esto porque el Banco Central está expuesto a los vaivenes políticos-, y una pobreza del 40% entre otras perlas; que Sergio Massa -candidato del peronismo y actual ministro de economía-que personifica el actual descalabro económico argentino haya ganado la primera vuelta electoral de ese país sí que resulta por lo menos desconcertante.
Para intentar reducir la perplejidad podríamos decir que Massa aprovechando su condición de ministro redujo el impuesto a los ingresos al 99% de la población, que incrementó los salarios a los empleados públicos y que otorgó bonos a los pensionistas. Todo eso resultan medidas muy efectistas y redituables sobre todo en contextos electorales.
Pero por otra parte que Massa se haya impuesto a Milei -el candidato revelación de las primarias- por casi el 10% obliga a tentar buscar explicaciones en el mismo señor de las melenas y no solo en lo que hizo en coyuntura el peronismo.
Y es que el discurso sobre todo en lo económico de Milei, de reducir el estado a su mínima expresión puede que genere más de algún temor en un país donde el 37% son empleados públicos y más del 50% recibe algún subsidio del estado. Esto a pesar que los servicios públicos prestados mermen en calidad y las trasferencias y subsidios estén repletas de filtraciones, es decir, no llegan en su totalidad a la población objetivo. Sumémosle aspectos extraeconómicos como sus diatribas irreproducibles hacia el papa Francisco donde este es su connacional y el país no deja de ser predominantemente católico. Todo esto podría explicar en grado alguno el triunfo del oficialismo en esta primera vuelta del proceso electoral gaucho.
En los regímenes presidencialistas como los latinoamericanos la figura del balotaje suele ser otra historia, algo muy distinta a la primera vuelta. Uno podría imaginar que la estrategia del oficialismo será la misma que la primera vuelta, en este caso seguir apelando al susto; el miedo y desconcierto que genera Milei las pone todas para que tal estratagema tenga cierto éxito. Por otro lado, Milei tendrá que matizar sus propuestas como ya venía haciendo con la propuesta de la dolarización de la economía, ya que está implica renunciar a toda política monetaria autónoma-manejo de tazas de referencia, política cambiaria, entre otras-. Pero para que Milei capté en este balotaje votos de sectores más moderados tiene que dejar de ser en alguna medida Milei y ahí la tiene más complicada.
Y es que en personajes como Milei su misma fuerza suele ser también su debilidad. Cuando Milei se refiere a la “casta”-Termino con que rotula a la clase política que ha gobernado según él la Argentina en las últimas décadas-no solo abarca al peronismo si no también al macrismo-la derecha tradicional de ese país- y aunque esto tenga más de pose que de real es lo que esencialmente le ha permitido pasar al balotaje.
En las segundas vueltas es común suavizar los discursos darle cierto viraje y reconocer matices para conseguir los apoyos y alianzas necesarias. Pero esto implica mayor costo y riesgo en candidatos que decidieron ponerse del lado disruptivo, confrontacional y antisistema.
Con todo, nada está dicho en el próximo futuro político del país del tango.
Por: Augusto Cárdenas ✍
Sociólogo