
Que Dios nos libre, pero siempre, ante el temor de un movimiento telúrico de mayor intensidad que el registrado el martes último, lo mejor será tomar nuestras precauciones e individualmente, cada uno en sus viviendas, realizar sus propios simulacros de salida – que nunca estarán demás – y organizar también su “mochila de emergencia” con lo todo lo básico, necesario, para salir con ella al momento de ponernos a salvo en el caso se presentase un sismo que pudiera hacer colapsar nuestra vivienda. Se sabe y se teme, que debido a un “silencio sísmico” que desde los años 1,746 se tiene, la acumulación de energía liberada podría acercarnos a un terremoto de grado 8 o superior, con una devastación hoy mayor por la cantidad de población que tenemos, mucha de esta asentada en suelos no aptos o adecuados y con viviendas de construcción precaria o informal. Este último sismo registrado en Lima, con epicentro en la ciudad de mala, provincia de Cañete, ha sido de 6 grados en la escala de Richter, dejó un niño de 6 años fallecido y rajaduras en algunas viviendas y daños materiales. Lo mejor será siempre prevenir antes que lamentar.
